Margarita Barbáchano
13/10/2018
El Periódico de Aragón
Desde que se inventó la rueda no ha habido revolución tecnológica comparable para el progreso de la humanidad. Probablemente sea uno de los inventos más importantes de la historia. Con la rueda empezaron las comunicaciones por tierra y el hombre desarrolló el comercio, el transporte y la construcción. Ese simple canto rodado fue la inspiración de todo un grandioso invento que hoy inunda nuestras calles. Su antigüedad es legendaria ya que los primeros grabados donde aparece una rueda con sus ejes fueron hechos hace unos 2.000 años, según aparece en los petroglifos (diseños simbólicos grabados en rocas).
Ahora que el coche se arrincona en las ciudades como excelente medida contra la contaminación ambiental, surgen toda clase de artilugios sobre ruedas que aunque no lo parezca nos obligan al sedentarismo de las piernas, transportados por las recargas eléctricas, pilas o lo que se tercie que lleven incorporado. Y a más de un susto en el tranquilo o agitado deambular de los peatones. Zaragoza estrena estos días los patinetes eléctricos ante la sorpresa inicial de los viandantes, que primero los ven como abandonados en mitad de las aceras a la espera de que alguien vaya y los coja, y luego se asustan al comprobar la velocidad que alcanzan las tablas sobre ruedas. Una monada que se ha puesto de moda en las ciudades españolas, aunque llevan años utilizándose en ámbitos urbanos como Los Ángeles.
Les confieso que he estado a punto de descargarme la App y subirme a uno para comprobar si puedo vencer tan ricamente la cuesta de Torrero, sin tener que esperar al bus o hacer una caminata considerable. Menos mal que mi hijo, que vive en Madrid, donde ya están esperando una regulación que no cabree al personal, me ha disuadido de tal aventura. Tiene razón, porque yo ya estaba cual adolescente «tardía» con patinete nuevo, que ¡ojo! pueden superar los 30 Km/h. A la bicicleta le tengo mucho respeto y considero que ya no estoy en edad de montarme sobre esas dos ruedas. Las caídas pueden tener consecuencias largas de recuperación. Y la vida son cuatro días, y hay que aprovecharla si se puede en aceptable forma física.
Este verano por los paseos marítimos he visto todo un despliegue de artefactos de ruedas: bicicletas a toda pastilla, patines equilibristas, scooter eléctricos monociclos (dos ruedas y equilibrio), sillas a motor para discapacitados con intermitentes, luces y una velocidad de carrera olímpica, patinetes eléctricos, jóvenes patinadores en línea que se deslizan con destreza admirable, carritos para llevar al perro portados por ciclistas que hablan por el móvil a la vez, y una especie de motos (scooters) más delgadas para ir por las aceras. Ya me dirán ustedes si no es arriesgado salir a pasear tranquilamente por las aceras y paseos colonizados por las potentes ruedas de todos estos artilugios, que llegan para quedarse. La convivencia es fácil: las aceras para los peatones, los carriles bici para todo lo que vaya sobre ruedas.
*Escritora y periodista
https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/todos-ruedas_1315875.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar y ánimo con la información a ciclistas y peatones