jueves, 7 de septiembre de 2017
Blog de la Asociación Nacional de Seguridad Infantil
Septiembre se ha convertido en los últimos años en el mes donde volvemos
a examinarnos de forma personal para retomar aquellos buenos propósitos
que un primer día de enero decidimos llevar a cabo y que la vuelta a la
rutina tras las vacaciones y el inicio de un nuevo curso nos obliga a
replantear como si de una recuperación de asignatura vital se tratara.
Quizás sea por esa rutina que el día a día nos impone que muchos de
estos buenos propósitos se quedan a medio camino sin culminar el
objetivo propuesto.
Y hablando de caminos, el trayecto al cole es uno de esos hábitos que se
convierten en actos automatizados de meter prisas a los pequeños, de
competir por aparcar lo más próximo a la puerta del cole, de caos
absoluto si la lluvia (los niños no son Gremlins, ni efervescentes, en
serio: mola mucho pisar charcos) hace acto de presencia, de riesgos
innecesarios y sobre todo de forma inconsciente…y ¿si hacemos algo por
cambiarlo?
Recuerdo que los de la generación de Yo fui a EGB
transitábamos hasta el colegio de forma autónoma desde bien pequeños,
con hermanos o solos hasta que encontrábamos por el camino compañeros de
nuestro curso o de otro cole cercano que al final se convertían también
en eso: en compañeros de andanzas…donde nuestros miedos (los
transmitidos por nuestros progenitores) se limitaban al bosque (clara
influencia de Caperucita y otros relatos similares). Una generación más
tarde transformó el miedo al bosque por el de a la urbe (discúlpenme
pero no se a que “lobo” atribuirle este sinsentido) con el resultado que
la protección infantil se marcó como objetivo llevar a los pequeños en
automóvil (en ocasiones veo a niños en el asiento delantero sin ningún
tipo de sistema de retención) hasta la misma puerta del aula, perdón del
colegio. El padre o la madre que más cerca aparcara (aparcar es un
decir) se llevaba el premio a progenitor del año!
Afortunadamente desde hace tiempo varias voces se han levantado (mucho
tenemos que agradecer a la filosofía Tonucci) en contra de esta moda de
utilizar el coche para todo, pensando que así a nuestro retoño no le
iba a pasar nada “malo” cuando lo que estábamos haciendo era
sobreproteger! Voces que ofrecen argumentos y soluciones que propician
un cambio en el modo de ver las ciudades en general y los entornos
escolares en particular.
Hacer el trayecto hasta el colegio caminando puede resultar “vintage” si
os parece más atractivo denominarlo de esta forma, pero además (y ya me
centro en el tema) tiene otras ventajas para niños y mayores:
1- ¡Menos humos! Efectivamente menos coches, menos contaminación, más sostenibilidad
2- Y como hay menos contaminación, menos coches, evitamos el caos y con él el estrés
de cada mañana de: llegamos tarde! Corre! Nos quedamos sin aparcamiento
en primera fila! Ahyyy con las prisas casi atropello/me/nos atropellan!
(siiii, no olvidamos poner el despertador 10 minutos antes para los
“im-PREVISTOS”, aunque si suceden cada día, podemos dejarlos en
previstos…)
3- Y reducir el estrés, los malos humos, los riesgos y favorecer la movilidad peatonal hace que los entornos escolares y las ciudades sean más amables y por supuesto, para que las vivan las personas y no para uso y disfrute de los coches.
4- Y si las personas (grandes y pequeños) disfrutamos de la ciudad como
peatones, con menos humos y menos estrés) prevenimos la obesidad entre
otras ventajas que se resumen en: mejora nuestra salud en general!
5- Y al disfrutar de nuestra ciudad a pie conocemos mejor, mucho mejor nuestro entorno: su historia, vegetación, monumentos, edificios singulares,…parques que desde el coche ni se veían!
6- Y mientras descubrimos nuestra ciudad y hablamos con nuestros hijos de planes para hacer, del día a día,… fortalecemos vínculos por eso: porque hablamos y no miramos el móvil
7- Y como no miramos el móvil y nos vamos fijando en las señales, respetando las normas de seguridad vial, educamos a nuestros hijos en prevención
8- Y al educar a nuestros hijos en prevención son más autónomos, fomentando su seguridad y enseñándoles a ser peatones responsables
9- Y esa autonomía de ir por la calle caminando con más personas con las que hacer juntos el trayecto, por lo que establecemos nuevas relaciones personales
10- Y al llegar al cole (y al trabajo) el paseo nos ha acabado de despertar sin estresarnos por lo que la creatividad aumenta
¿Queréis más? Seguramente hay muchas más ventajas, pero estas son las
más obvias y quizás por eso…de vez en cuando conviene recordarlas.
© M Ángeles Miranda (@Logieduca) para la Asociación Nacional de Seguridad Infantil (@Pekeseguro)
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Gracias por participar y ánimo con la información a ciclistas y peatones