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viernes, 31 de octubre de 2014

El placer de ser peatón

Publicado en http://www.publimetro.com.mx/vida/el-placer-de-ser-peaton/mnjC!q/

Van a perdonar, pero hoy el tema no es autos. En vez de cuatro ruedas, hablaré de un medio de transporte nada contaminante y muy saludable, es decir, el bípedo, por definirlo de algún modo.

En esta eficiente variante de la movilidad urbana, uno mismo es el objeto y el sujeto. Para desplazamientos no muy largos, existe la posibilidad de mutar del rol de automovilista al de peatón, lo que trae muchas ventajas, como conocer mejor la ciudad y el barrio.

Cuando uno maneja está atento a los vehículos de delante, de atrás, a los lados, los semáforos y en muchos casos, la atención se fija en el teléfono móvil… y no puede poner atención en el entorno ni disfrutar la vista del cielo o los árboles, ni descubrir restaurantes, tiendas, plazas, y se priva de gozar la arquitectura citadina… A pie, puede ver con detenimiento lugares y gente. Ejemplo: chicas guapas y de buena figura sin temor a causar una carambola vial. También, se duerme mejor. Es un ejercicio que puede llegar a ser agotador, lo que permite entregarse a los brazos de Morfeo exhausto, ansiando el reposo, al caer la noche. Al andar “a patín”, se liberan tensiones y eliminas estrés. Luego de una buena caminata, es muy difícil no estar sonriente y relajado, a diferencia del estado de algunos conductores tras un rato  detenidos en ese gran estacionamiento conocido como Periférico.

Caminar, en vez de conducir, permite incrementar el nivel de endorfinas, que alivian el dolor y hacen sentir bien, en paz con la vida. También ayuda a controlar el peso y es ejercicio para el corazón, pues mejora la circulación sanguínea: 30 minutos al día pueden contribuir a disminuir 20% las enfermedades cardiovasculares. Andar es remedio infalible para la digestión y, asimismo, tonifica los músculos, las pantorrillas y caderas. Más: contribuye a cuidar la flexibilidad y agilidad del cuerpo.

Al dejar el auto en la cochera se contribuye a reducir la huella de carbono. No contamina, aunque, sí, a veces debe respirar el humo de algunos vehículos; por ejemplo, los “exentos” de la verificación vehicular, como no pocos camiones de transporte de materiales que andan campantes por la ciudad sin ser multados o retirados. Si camina disminuye el riesgo de ataques cerebrales. Caminar media hora cinco veces por semana puede reducir la propensión a tales padecimientos.

Claro, hay inconvenientes. Uno de ellos: tener que sortear obstáculos muy desagradables como heces fecales de perros cuyos dueños no conocen aún la civilidad y las buenas maneras. Lamentablemente, hay  gente que tira basura en las banquetas, de modo que podrá toparse con cáscaras de plátano o cristales rotos, por ejemplo.

En ocasiones debe soportar también a mascotas que ladran amenazadoramente al sentir invadido su territorio. Por el contrario, algunos canes amistosos se convierten en compañía ocasional al caminar.

Quizás el mayor peligro son los automovilistas desaprensivos o distraídos que olvidan que existe una especie deambulando por ahí, la gente de a pie, los bípedos, y cuando dan vuelta continua a la derecha –por citar un caso-  no reparan en la presencia de peatones, se pasan las luces rojas de los semáforos o salpican de agua en tiempo de lluvias.

Sirva de consuelo saber que estos individuos son, también, caminantes y tarde o temprano, por karma divino, pagarán sus atropellos.

DIEGO ARRAZOLA

@DiegArra

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