El imperio de la bici
Hace ya bastantes años que los
ciclistas han impuesto su hegemonía y sus criterios; por supuesto que no
me parece mal y bienvenido sea un medio que ahorra gasolina y polución
atmosférica. En Huesca con eso de la peatonalización, una decisión
municipal que posiblemente haya ido demasiado lejos pero ante la cual se
ha impuesto desde algunos ámbitos una contestación que me suena a
cierto populismo y algo de obsesión por reivindicar lo que sea, se ven
cada vez más bicis por la calle y montados en ella a personajes ilustres
y respetables a quienes hasta ahora nunca te hubieras imaginado de esa
guisa.
Bienvenidas sean las bicicletas,
larga vida al carril-bici y mis felicitaciones a quienes ponen todo su
espíritu deportivo en la práctica, forzosa o voluntaria, del ejercicio
de pedalear. Yo mismo que en pocos meses veré como mi traslado al puesto
de trabajo va a duplicar la distancia, me planteo reciclarme en el tema
y volver a poner mi trasero encima de un sillín, cosa que no hago desde
hace casi 40 años. Incluso esa combinación de vehículos de motor
semidesaparecidos y bicicletas a "tutiplén" consigue que nuestras
ciudades ofrezcan una apariencia más moderna y europea que puede ser
reconfortante y hasta consolarnos algo de esas desdichas económicas que
padecemos.
Eso sí, hace ya tiempo, no es
cosa de hoy, que vengo observando que entre los ciclistas hay unos
cuantos que, al menos en apariencia -hay quien dice, con relación a este
tema y a otros, que soy demasiado suspicaz- parecen haber asumido la
condición de reyes de aceras y calzadas y aparecen, en ocasiones
inesperadamente, "cabalgando" su bicicleta con pose segura y, cuando
menos, aires de ser los amos de la via, de hacerse respetar y
considerarse por encima del bien y del mal si de deambular por la calle
estamos hablando. Recuerdo mi experiencia de hace unos cuantos años en
Sevilla, donde había avenidas en las que el carril bici tenía una
anchura superior a la de la acera contigua, de manera que el pobre
peatón tenía que caminar por su sitio entre medroso y acomplejado.
Los peatones, por supuesto,
tendremos que acostumbrarnos a compartir espacio con los usuarios de las
bicis, pero no estaría de más que éstos tuvieran en cuenta que la del
peatón es la posición más débil y que éste solamente quiere pasear con
paz y tranquilidad, sin sobresaltos. La de peatón es una condición sana y
estimulante, pero empiezo a pensar que últimamente es actividad menos
segura que antes.
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Gracias por participar y ánimo con la información a ciclistas y peatones