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lunes, 3 de noviembre de 2014

La insolencia de las bicicletas

MARGARITA Barbáchano 01/11/2014 
Periodista y escritora 
 
Estoy harta de ir paseando tranquilamente por las aceras, paseos y bulevares de esta ciudad y que me asusten las y los ciclistas prepotentes encaramados a sus dos ruedas sin miramientos hacia el peatón. A veces pasan como si manejaran un Audi, con una insolencia desmedida y una mala leche preocupante. No son todos, vale, lo sé, pero los que son, supongo que una minoría, se jactan de ello y ponen en peligro a los peatones; que dicho sea de paso, somos legión, aunque no nos manifestemos por defender nuestros derechos de caminantes, ni formemos un colectivo reivindicativo hasta el cansancio, al estilo Pedalea, que tiene agobiado al ayuntamiento con sus pretensiones desmedidas y su punto absurdo de arrogancia.
 
Los que forman parte de este colectivo quieren todo: semáforos especiales para que se enteren de que puedan cruzar un paso de peatones; ¿es que son tontos y no les sirven los semáforos normales?, más presupuesto municipal para sus demandas, más carriles bicis, invadir de nuevo el paseo Independencia, y todas las aceras de la ciudad, preferencia para poder desplazarse a su antojo porque tienen prisa, y que no les multen porque ellos son ¿una "casta"? Vamos a ver si somos razonables que la situación del país y de los presupuestos municipales --que pagamos todos-- no dan para caprichos elitistas por muy montados en bicis que vayan. Más urgente me parece a mí es arreglar, no parchear, el asfalto de las calzadas y de las aceras de esta ciudad agujereada, que gastarse el dinero en colocar semáforos especiales para las bicis; algo que no deja de ser un capricho cuando hay tantas necesidades urbanas más perentorias. Pero mira tú, que este colectivo tiene poder en el ayuntamiento y lo demuestran cada vez que se sienten ofendidos: amenazan y salen a la calle ultrajados.

¿Y qué pasa con los peatones? A nosotros nadie nos protege. Bueno, sí, el Tribunal Superior de Justicia de Aragón ha dictado sentencia: las bicicletas fuera de las aceras y si van por zonas llenas de gente deberán bajarse de sus vehículos y transitar como los demás hasta que puedan incorporarse al tráfico. Normal, ¿no? Esto es puro civismo. Pues no. Ahí anda el Ayuntamiento de Zaragoza temeroso de la que puedan montar los ciclistas agraviados. La medida correcta es de sentido común: que los coches respeten al máximo la fragilidad de los que se desplazan en bici por la urbe, y que dónde haya carril bici en las aceras, ellos respeten los pasos de peatones, de parada de bus y de cortesía ciudadana. Así de sencillo.

Debemos tener en cuenta además que los peatones que andamos la ciudad con prisas o relajadamente somos legión frente a la soberbia de los algunos ciclistas, y nos manifestamos todos los días del año, en todos los sentidos, arriba y abajo, de un lado a otro, en silencio, sin atropellos ni sobresaltos. No conviene dar más vueltas al asunto. Hay que respetar lo que dicen los tribunales y convivir en armonía peatones y ciclistas. Cada cual en su espacio y sin presionar con las ruedas.

1 comentario:

  1. Se puede decir mas alto, pero no mas claro. Totalmente de acuerdo con Margarita.

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Gracias por participar y ánimo con la información a ciclistas y peatones