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viernes, 17 de marzo de 2017

Tranvías y autobuses eléctricosTRANVÍAS Y AUTOBUSES ELÉCTRICOS




Los autobuses eléctricos, con nuevas baterías de gran autonomía, son la mejor opción para proporcionar un transporte público eficiente en nuestras ciudades.

Martes 7 de marzo de 2017 l Heraldo de Aragón

Según un reciente estudio de ‘Navigant Research’, «en la próxima década los autobuses eléctricos serán lo más habitual en las principales ciudades de Europa y Norteamérica». Para esta prestigiosa publicación, los principales motivos son la evolución tecnológica y la caída de precios de las baterías; y las políticas en favor del transporte eléctrico impulsadas por la problemática medioambiental en las ciudades.
Están apareciendo en el mercado una gran cantidad de fabricantes de autobuses eléctricos provistos de baterías de gran calidad y autonomía, que precisan una sola recarga nocturna en cocheras, haciendo innecesarias las infraestructuras de carga en ruta. La autonomía de los autobuses eléctricos actuales, en general, es superior a los 200 km; y en las firmas más avanzadas, como BYD, supera los 350 km. Proterra, con su autobús Catalyst E2, alcanza autonomías de unos 600 km. Dispone de motores en rueda con frenado regenerativo, recuperando el 92% de la energía cinética y está acondicionado para el transporte de 77 pasajeros, de los que 40 disponen de asiento. En el mercado se ofrecen autobuses eléctricos articulados y de doble planta (imposible en los tranvías), permitiendo la utilización de una cantidad asumible de unidades para proporcionar el mismo servicio que con los tranvías.
Con las baterías de nueva generación, está previsto y anunciado por parte de las más importantes firmas de vehículos eléctricos, que en los próximos cinco años se incrementará la autonomía al doble de la actual, de forma que se impulsará la movilidad eléctrica generalizada, sin contaminación, con mínimos costes de mantenimiento y mínimos consumos energéticos.
Tanto los tranvías como los autobuses eléctricos son los medios de transporte más respetuosos con el medio ambiente, pero en la actualidad, el principal argumento claramente a favor de los autobuses eléctricos es el económico, ya que para proporcionar una misma prestación a los ciudadanos su coste es del orden de tres veces inferior al de los tranvías; y sin tener que someter a la ciudadanía a las graves limitaciones y obstrucciones debidas a los raíles y catenarias. También debe tenerse en cuenta que en los tranvías la energía se tiene que suministrar al vehículo en los períodos de mayor coste de la electricidad, mientras que los autobuses eléctricos actuales, gracias a su autonomía, se pueden recargar principalmente por la noche y, por consiguiente, a un precio muy inferior.
A los argumentos económicos a favor de los autobuses eléctricos, hay que añadir la superior maniobrabilidad y la mejor adaptación a las necesidades y a las variaciones de los diferentes recorridos, lo que justifica que las principales ciudades del mundo estén optando por su utilización, considerándose entre los expertos que en la próxima década su uso en el transporte público será mayoritario.
Otro argumento a favor del autobús eléctrico es que, gracias a la disponibilidad a bordo de las baterías de gran capacidad, puede aprovechar al máximo la radiación solar que incide sobre él, mediante la instalación de un techo fotovoltaico. Con las tecnologías actuales, con un techo solar en el autobús puede obtenerse de media hasta un 15% de la energía consumida por el vehículo a lo largo del año, incrementándose la proporción a medida que se vayan aplicando los avances tecnológicos que se van consiguiendo. También debe tenerse en cuenta que, con las tecnologías de carga rápida en paradas estratégicas, además de permitir el aprovechamiento de la radiación solar sobre las pérgolas y aledaños con techo solar, en los autobuses puede reducirse ostensiblemente la cantidad de baterías, disminuyendo el peso e incrementando el espacio disponible. En este contexto, los sistemas de carga sin contacto físico, por inducción, gozan de una gran aceptación.
La adopción de las técnicas de almacenamiento energético en los tranvías para los tramos sin catenaria y la mejora de la eficiencia por recuperación en frenadas y deceleraciones mejoran las prestaciones de los tranvías convencionales, acercándose en estos aspectos a los autobuses eléctricos, pero se sigue con el sistema de troles y raíles que es su principal coste e inconveniente.
Las tecnologías de carga rápida distribuida a lo largo del recorrido son las más adecuadas para su adaptación a la futura sustitución de las baterías por los supercondensadores de alta potencia y capacidad energética, con mucha mayor duración y rapidez de respuesta.
La comunidad científica está convencida mayoritariamente de que la fuente energética necesaria para el futuro desarrollo de la humanidad será la radiación solar, de la que podemos obtener miles de veces la que necesitamos, utilizando las tecnologías de conversión directa a energía eléctrica con células fotovoltaicas, asociada a los sistemas de almacenamiento para permitir su gestión y adaptación a las características precisas para su utilización.
La utilización de la movilidad eléctrica en las ciudades, alimentada con los recursos energéticos locales, colabora a la proliferación masiva de la generación eléctrica distribuida con fuentes renovables, haciendo innecesarias para las aplicaciones en superficie las fuentes fósiles de cualquier tipo. Y también hace innecesaria la utilización de las infraestructuras de los sistemas centralizados, introduciéndonos en un escenario aparentemente utópico, desconectado de la red centralizada y centralizadora. La tecnología necesaria, con la robustez y la fiabilidad adecuadas, está conseguida y en plena y constante mejora; los costos están disminuyendo y ya en la actualidad comienzan a ser competitivos.
Los autobuses eléctricos son actualmente los mejor adaptados al futuro escenario energéticamente autosuficiente, proporcionando el servicio al transporte público de la forma más rentable y eficiente.
Mariano Sanz, profesor emérito de la Universidad de Zaragoza

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