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lunes, 16 de julio de 2018

Menos coches en la ciudad


EDITORIAL »

Restringir el tráfico es la única manera de proteger la salud en las grandes urbes contaminadas

 

EL PAÍS

Miles de personas mueren cada año prematuramente en las grandes urbes a causa de la contaminación, pero la mayor parte de sus habitantes no son conscientes de la gravedad del problema porque en los certificados de defunción constan las patologías respiratorias o cardiacas que la polución ha agravado. Son muertes evitables, que en el caso de Madrid y el área de Barcelona se estiman en más de 3.000 cada año en cada una de ellas. La primera obligación de las autoridades es proteger la salud de los ciudadanos. Del mismo modo que los años setenta y ochenta se llegó a un consenso para eliminar las calefacciones de carbón y sacar las industrias contaminantes fuera de las ciudades, limpiar el aire exige ahora reducir el tráfico y prohibir la circulación de los vehículos más contaminantes.

Tanto Madrid como Barcelona se disponen a aplicar las fases más severas de sus planes anticontaminación. Son planes de obligado cumplimiento, pues ambas ciudades incumplen desde que entró en vigor en 2010 la directiva europea sobre polución y de hecho España se ha librado de ser llevada ante el Tribunal de La Haya porque ha dado garantías de que estos planes se van a aplicar. Son, pues, muy poderosas las razones de apoyar estas medidas y pedir la colaboración ciudadana para que puedan cumplir sus objetivos.

En noviembre se activará la nueva Área de Prioridad Residencial de Madrid Centro, que ha de reducir un 20% el tráfico y un 40% la contaminación. Para ello se prohibirá el acceso de los vehículos que no lleven distintivo ambiental y el resto solo podrán acceder para ir a un aparcamiento privado porque las plazas en superficie serán para los residentes. También se restringirá el acceso al distrito Ciutat Vella de Barcelona, que soporta el 18% del tráfico de la ciudad cuando solo representa el 4% de su superficie. Son medidas que causan molestias y obligan a cambiar de hábitos, pero sin ellas no se puede garantizar un aire respirable.

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