EL MERIDIANO
Carlos Sauras
Heraldo de Aragón 19/02/2014
SER un sencillo peatón se ha convertido
en tarea ardua en diversas zonas de Zaragoza, sobre todo en el centro. Un lector
de HERALDO se preguntaba recientemente: «¿Pero qué le habremos hecho los peatones
al alcalde de Zaragoza?». Para este lector hay un apoyo descarado a los
ciclistas y calificaba de incívicos a muchos de ellos.
Lo cierto es que no es fácil la
convivencia entre bicis y peatones y el ejemplo más claro es el paseo de la Independencia. El
pasado lunes, el denominado Observatorio de la Bicicleta consideraba que
no hay marcha atrás y que no se van a quitar las bicis de las aceras. Un debate
que el PP llevará al próximo pleno municipal. Como paseo, como lugar emblemático
de Zaragoza, su deriva no ha sido buena.
Primero desapareció el magnífico bulevar
central que algunos recordamos de nuestra infancia. Después, con la reforma que
se hizo en la época del alcalde Atarés se le dio cierta humanidad. Las aceras
eran amplias y la gente –las personas mayores y las no tan mayores– lo tenía, y
lo sigue teniendo, como lugar preferido de expansión. Más discutible ha sido
convertir esa arteria emblemática en un gran andén del tranvía, todo supeditado
a su circulación.
Lo de las bicis por las aceras ha
sido un desastre. Han quitado la tranquilidad a muchas personas, algunas,
insistimos, con bastantes años, y que tienen que caminar preocupados por lo que
les pueda venir por detrás. Si en algún sitio está claro que no deberían circular
las bicis es en Independencia. Además, para cruzar el paseo el ciudadano peatón
tiene que fijarse no solo en los semáforos sino, además, en si vienen bicis por
un lado y por otro. Atropellos ya ha habido varios, como los de las dos señoras
ocurridos en diciembre, con fractura de muñeca y de húmero.
Las bicis por las aceras de
Independencia no lo comparten ni los peatones ni colectivos de ciclistas.
Pueden circular perfectamente por la calzada, con la seguridad de que los
conductores somos conscientes de que por esa vía los coches deben ir con muy poca
velocidad.
La amenaza se cierne ahora sobre
el paseo de Sagasta. Sería una tremenda pena que perdiera su carácter o se
desvirtuara, cuando ya se perdieron los bulevares de Independencia y del paseo
de Pamplona y cuando el de la
Gran Vía ha quedado pobretón y desangelado.
Zaragoza se merece más cariño y
más gusto estético. Sobre todo se lo merecen sus ciudadanos.
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Gracias por participar y ánimo con la información a ciclistas y peatones