Rosa Villacastín
La Región, Ourense
08/02/2018
Desde
hace meses, en Barcelona hay un movimiento ciudadano en favor del
peatón. Ha leído bien, del peatón, de los peatones, bien sean niños,
hombres o mujeres de cualquier edad. Ese ciudadano callado, al que los
ayuntamientos van dejando sin espacio en las grandes ciudades por donde
caminar. En definitiva usted y yo, que nos las vemos y deseamos para
llegar al supermercado, a la farmacia, o simplemente a tomar un café,
sin ser atropellado por los moteros o los ciclistas, quienes poco a poco
y sin apenas ruido se van apropiando de nuestras aceras sin que nadie
haga nada por evitarlo. No solo no lo evitan los responsables
municipales sino que fomentan un fenómeno que va en aumento y que
amenaza con invadirlo todo.
Y
cuando digo todo, es todo. Así, por ejemplo, en la calle Serrano de
Madrid es difícil detenerse en un escaparate, o caminar del brazo de una
amiga sin tropezarte con alguno de ellos, quienes por el solo hecho de
llevar un vehículo se consideran los dueños del universo. Con el peligro
que eso conlleva, no solo porque las aceras no son el lugar adecuado
para circular en bicicleta sino por respeto a quienes pagamos
religiosamente nuestros impuestos, lo que nos debería permitir andar o
pasear tranquilamente sin sortear el peligro de que se te echen encima
sin que puedas hacer nada por evitarlo.
Y
no me refiero solo los ciclistas, sino también esos conductores que se
saltan los semáforos, o los pasos de cebra, enloquecidos como van con
sus locos cacharros. Y lo digo con conocimiento de causa, ya que vivo en
una zona de Madrid donde hay tres colegios, y otros tantos pasos de
cebra, que nadie respeta. Y cuando digo nadie es nadie, ni los taxistas,
ni los papás que acaban de dejar a sus hijos en las puertas del centro,
ni hombres ni mujeres, entretenidos como van la mayoría de ellos,
manejando sus móviles. Ello les impide ver que delante hay una persona
que está intentando cruzar sin quedar espachurrada en la calzada. Una
práctica que debería estar prohibida, castigada con la retirada del
carnet de conducir, pues no hay día que no tengamos noticias de alguien
que ha sido atropellado mientras intentaba cruzar por el lugar
apropiado.
Nada
tengo contra los ciclistas y menos contra los conductores, pero sí
contra quienes les permiten la invasión de los espacios públicos en
detrimento de los ciudadanos. De ahí la necesidad de fomentar el uso
cívico de los espacios compartidos. ¿Que cómo se consigue eso? De igual
manera que hay empleados públicos vigilando que aparques en los lugares
destinados a ello, de igual manera hay que potenciar que los haya que
impidan que se apropien de nuestras calles. ¿Que saldría muy caro? Más
caro sale perder la vida porque un desaprensivo no es consciente de que
entre las manos lleva una máquina mortífera.
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Gracias por participar y ánimo con la información a ciclistas y peatones