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viernes, 9 de febrero de 2018

TODOS SOMOS PEATONES

03/02/2018
La Vanguardia

A lo largo de las dos últimas semanas, La Vanguardia ha publicado en su sección Vivir una serie de informaciones relativas a las dificultades con las que tropiezan los peatones a la hora de hacer algo tan elemental como es caminar por las calles de Barcelona. Eso se debe a un espacio menguante, a causa a veces de la apertura de carriles bici, cuya necesidad y uso no son siempre evidentes. O a aceras muy estrechas y sobrepobladas, en arterias centrales como la Diagonal o la Via Laietana; por no hablar de las aceras que están ocupadas por motos estacionadas. Cabría también hablar de una convivencia progresivamente difícil, y peligrosa, de los peatones con bicicletas, patinetes y demás artilugios sobre ruedas, de tracción humana o eléctrica, que invaden y colonizan espacios reservados al caminante. O de semáforos que no dan tiempo a cruzar a los peatones menos veloces. O de firmes en mal estado que reclaman su urgente renovación, según reconoce el propio Ayuntamiento, o resbaladizos, o con baldosas dispares, agrietadas o rotas, que propician tropezones y caídas... Estos son algunos de los hechos que denuncian los peatones, que han respondido con un alud de quejas a la petición de información relativa a sus penalidades cotidianas que les ha formulado este diario.

Es un hecho natural y obvio que, según corren los tiempos, crece el número de ciudadanos y de visitantes. Y, según se expande el abanico de medios de transporte ligeros, la convivencia en los espacios públicos de la ciudad se convierte en algo cada día más difícil. De hecho, el descontento ciudadano es en este sentido patente. No puede decirse que el Ayuntamiento asista impasible a esta realidad. Como cualquier otro Consistorio, tiene sus políticas y, en la medida de sus posibili­dades, trata de implementarlas. En sintonía con las directivas europeas, el Consistorio intenta reducir la emisión de gases, lo que supone la progresiva reducción de los carriles reservados al tráfico de los vehículos de motor, un refuerzo del transporte público, siempre insuficiente, e incluso la prevista extensión del tranvía (mientras, dicho sea de paso, el centenario Tramvia Blau interrumpía hace poco su servicio por obras de mantenimiento, sin fecha cierta de retorno).

Dicho esto, y sin rebatir la oportunidad, en su conjunto, de las mencionadas políticas, creemos que en Barcelona hay un déficit de atención al peatón. Y eso es difícilmente explicable porque, en última instancia, todos somos peatones. Un peatón puede no saber montar en bici ni tener el carnet preceptivo para conducir una motocicleta o un automóvil. Pero tanto los ciclistas como los motociclistas o los automovilistas son, con mayor o menor frecuencia, peatones. En efecto, todos somos peatones y, en buena lógica, la prioridad municipal en lo tocante a movilidad debería fijarse siempre en quienes usan el recurso más elemental para desplazarse: sus propias piernas.

Por todo lo dicho hasta aquí, constituye una muy buena noticia el anuncio, recogido en esta edición de hoy, de que el Ayuntamiento de Barcelona primará los derechos del peatón en su próximo Plan de Movilidad Urbana, preparado para el periodo 2019-2023. Según estas previsiones, se alejará a las bicis de los peatones, se ampliarán aceras siempre que ello sea posible y se pacificarán nuevas zonas de la ciudad. Lo cual ha de redundar sin duda en la calidad de vida de los caminantes y, también, en una mejor convivencia ciudadana.

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Gracias por participar y ánimo con la información a ciclistas y peatones